A la distancia, por medio de contactos informales, Donald Trump y Volodimir Zelensky negocian un acuerdo político que permita dictar el cese del fuego entre Ucrania y Rusia.
Las conversaciones son preliminares y las diferencias entre ambas partes siguen siendo profundas, sin embargo, comparten un objetivo común: poner fin al conflicto que ha devastado Europa.
Vladimir Putin conoce los términos del debate entre el presidente electo de los Estados Unidos y el líder ucraniano, y optó por ocupar un segundo plano hasta que las conversaciones encuentren un escenario formal. Putin se acaba de conceder un presupuesto militar sin antecedentes en la historia moderna de Rusia, y asume que la lógica geopolítica del conflicto girará cuando Joe Biden abandone el Salón Oval.
En la inercia de sus últimas semanas en la Casa Blanca, Biden ordenó al Pentágono enviar a Ucrania 725 millones de dólares en minas terrestres antipersonales, drones, misiles antiaéreos portátiles y misiles antitanques. Un esfuerzo bélico final, que no cambiará la dinámica que Putin quiere imponer a la guerra que protagonizan Ucrania y Rusia.
La iniciativa de Trump que llegó a Kiev se apoya en una propuesta que Keith Kellogg y Fred Fleitz redactaron hace ocho meses. Kellogg es teniente general retirado y fue designado Trump como su enviado especial a Ucrania y Rusia. Fleitz fue jefe del gabinete del Consejo de Seguridad Nacional durante la primera administración Trump y actuó como analista de la CIA.
“Una política formal de Estados Unidos encaminada a buscar un alto el fuego y una solución negociada del conflicto en Ucrania. Estados Unidos seguiría armando a Ucrania y reforzando sus defensas para garantizar que Rusia no realice más avances y no vuelva a atacar después de un alto el fuego o un acuerdo de paz. Sin embargo, la futura ayuda militar estadounidense exigirá que Ucrania participe en conversaciones de paz con Rusia.
“Para convencer a Putin de unirse a las negociaciones de paz (…) se debería ofrecer posponer la membresía de Ucrania en la OTAN por un período prolongado, a cambio de un acuerdo de paz integral y verificable con garantías de seguridad”.
Zelensky rechaza las condiciones básicas de la propuesta informal de Trump. El presidente de Ucrania acepta negociar si tiene garantizado su ingreso a la OTAN, y si recupera el territorio perdido a manos del Ejército Rojo.
Las dos exigencias son descartadas en Mar -a- Lago. Trump -como sostienen Emmanuel Macron y Olaf Scholz- considera que no es el momento de sumar a Ucrania en la OTAN, y piensa que Moscú no devolverá todo el territorio conquistado en casi tres años de conflicto.
Asimismo, el presidente electo de los Estados Unidos propone que el Pentágono continúe enviando armamento a Kiev, pero todo en menor intensidad y supeditado a una tregua sin demoras con Rusia. Trump desea terminar con el conflicto en Europa una “un día después de asumir”, el 21 de enero de 2025.
Zelensky no está solo frente a Trump. La Unión Europea y la OTAN sostienen que una tregua no debería implicar una victoria táctica de Putin. Y para estos organismos clave en el conflicto, ello ocurría si Rusia mantiene los territorios ocupados y Ucrania pierde el flujo de provisión de armamentos que -hasta ahora- aporta el Pentágono y la OTAN.
El problema está a la vista: Trump sucede a Biden y dará las órdenes al Pentágono, y la OTAN tiene una dependencia económica histórica con la Casa Blanca.
En este contexto, Zelensky y sus aliados europeos tendrán un limitado espacio de maniobra para aplacar los planes del futuro presidente de los Estados Unidos.