El Gobierno de China ha hecho un llamamiento a lograr «una solución política» al conflicto en Siria, después de la caída el domingo del régimen de Bashar al Assad a causa de la fulgurante ofensiva lanzada el 27 de noviembre por yihadistas y rebeldes, encabezados por el grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS).
«Esperamos que todas las partes implicadas hallen una solución política para restaurar cuanto antes la estabilidad y el orden, en línea con el principio de respetar la situación a largo plazo y los intereses fundamentales del pueblo sirio», ha dicho la portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Mao Ning.
Así, ha afirmado que Pekín «sigue de cerca el desarrollo de la situación en Siria» y ha agregado que «el futuro y el destino de Siria debe ser decidido por el pueblo sirio», tal y como ha recogido la cadena de televisión estatal china, CCTV.
RUSIA PIDE REUNIÓN DEL CO NSEJO SEGURIDAD ONU
Las autoridades rusas han pedido una reunión urgente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para abordar la situación en Siria
«Ante los últimos acontecimientos en Siria, cuya profundidad y consecuencias para este país y toda la región aún no se han determinado, Rusia ha pedido consultas urgentes a puerta cerrada del Consejo de Seguridad de la ONU», ha anunciado el representante adjunto de Rusia ante Naciones Unidas, Dmitri Polianski, en su canal de Telegram.
El Kremlin ha sido uno de los principales apoyos internacionales del presidente sirio Bashar al Assad y su intervención militar en 2015 permitió a las fuerzas gubernamentales repeler los avances rebeldes y estabilizar los frentes.
KREMLIN NEGOCIARÁ FUTURO DE SUS BASES EN SIRIA
La caída del régimen de Bashar al Assad implicará para Rusia tener que negociar el futuro de sus dos bases militares en Siria con las nuevas autoridades, un diálogo con el que ya se ha comprometido este lunes el Kremlin, apenas un día después de confirmar la acogida en suelo del depuesto presidente sirio, un firme aliado de Moscú.
Rusia dispone de dos instalaciones de importancia estratégica en el noroeste de Siria: un aeródromo en Hmeimim, situado en la provincia de Latakia, y una base naval en Tartús, capital de la provincia homónima y puerta de acceso al mar Mediterráneo.
POSIBLE VÍA DE RETORNO PARA 6,8 MILLONES DE REFUGIADOS SIRIOS
La caída del régimen de Bashar al Assad en Siria deja un escenario de incertidumbre política que se extiende también a lo social y que observan de cerca los 6,8 millones de sirios que se encuentran actualmente como refugiados, víctimas de un éxodo que escaló en 2011 al albor de la guerra desatada tras las protestas de la Primavera Árabe.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Filippo Grandi, ha advertido de que Siria encara ahora «una encrucijada entre la paz y la guerra, entre la libertad y la anarquía, entre la prosperidad y la miseria». Para los refugiados, esta doble vía implica separar la «repatriación» de «la continuación del exilio».
«Todo depende de que haya una transición pacífica, que respete la vida y las aspiraciones de todos los sirios», ha subrayado Grandi, que comparte una preocupación similar con otros altos cargos de la ONU y organizaciones humanitarias que trabajan sobre el terreno.
JEFE ONU INSTA A JUZGAR A LOS RESPONSABLES DE «DÉCADAS DE BRUTAL REPRESIÓN»
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, ha afirmado que Siria aspira ahora a dejar atrás «décadas de brutal represión» y ha abogado por que en la «transición política» en ciernes haya también rendición de cuentas, de tal manera que se investigue y juzgue a los responsables de violar derechos y libertades.
«Ayer, los sirios tomaron las calles con mucha esperanza y preocupación por su futuro. Esperanza porque hay una oportunidad de que el país avance hacia un futuro basado en los Derechos Humanos, la libertad y la justicia. Y preocupación porque hay mucha incertidumbre», ha resumido Turk durante una comparecencia.
Los últimos 14 años en Siria han estado marcados por un conflicto que deja «cientos de miles» de muertos, «más de 100.000 desaparecidos» y unos 14 millones de desplazados y refugiados, en su mayoría obligados a huir de sus casas «en las circunstancias más atroces».